Siento que van años desde la última vez que conectamos por aquí, tú sabes, uno se enferma y todo se paraliza, o al menos así se siente, porque la realidad es que la vida continúa, aunque para nosotros se paralice.
Quería contarte algo gracioso pero provechoso que me pasó.
Hace unas semanas estuve en una reunión y me dijeron: “vamos a ver cómo le robas los clientes a los que ya están haciendo lo mismo que tú”.
Mi primera reacción fue reírme y decir: “uy no muchacho”, en medio de esa reunión llena de adultos grandes y serios que me acababan de conocer.
Entendí lo que quiso decir, después de todo, estoy en una aceleradora de negocios, y lo que se busca es llegar a una mayor parte del mercado lo
más rápido posible, para saber si un negocio es viable o no.
Entendí lo que quiso decir, pero ya estoy tan atenta a mis palabras, a cómo las uso, a mi intención con las ellas, que pensar en “robar” simplemente no encajó con lo que deseo para mí, no solo porque no me agrada la idea de tomar algo que no es mío, sino porque va más allá
de eso, robar algo implica que “no hay suficiente”, y no es un concepto con el que pimponeo hace años. Las palabras tienen poder, la hipnoterapia lo demuestra.
No era el lugar para explicar todo eso, así que antes de irme de la reunión me volví a reír y les dije:” no es la primera vez que me espanta esa frase, me fui de las oficinas de
arquitectura exactamente por eso, así que me toca indagar por qué me causa esa reacción”.
Unos días después de esa reunión, me tocaba participar de un retiro de bienestar, así que lo vi como mi primer ejercicio simbólico para aplicar eso de la competencia y lo que te roban o les robas.
Ese retiro comenzó con una clase de yoga con meditación. Lo primero que me pasó por la cabeza fue: ya alguien vino a hacer lo mismo, qué van a disfrutar o apreciar si ya vivieron algo parecido casi ahora.
Tan
pronto ese pensamiento cruzó por mi cabeza, entendí mi espanto ante la frase: una parte de mí todavía pensaba que no tiene valor lo que hago, o que la manera en la que alguien más lo hace tiene más valor que la mía.
Para transformar una idea, debes hacer ejercicios simbólicos, y eso hice, aprovechando que pude ver el bloqueo gracias
a esa inseguridad que saltó a la superficie.
Decidí llevar mi enfoque a lo que me hace única, y a lo que distingue mi práctica de las demás prácticas (incluso de otros hipnoterapeutas).
Arranqué mi participación diciendo: “yo soy Natalia Pujols Rivera,
me dicen Natalita, trabajo como hipnoterapeuta, pero más que cualquier otra cosa, soy una contadora de historias”.