Nada dura para siempre
Te escribo tirada en la cama con la computadora en una mañana extra lenta, y rara, porque los niños no están.
Está
lloviendo, tenemos las puertas de nuestra hermosa casita abiertas de par en par, y Miguelo y yo estamos cada uno en su computadora trabajando, después de pasar más de dos horas eñoñándonos.
Es un momento extremo de paz, de esos que quieres inmortalizar, capturar, porque sabes que la vida es cambiante, efímera, y que al final, se
resume en estos pequeños momentos.
Llevamos 3 semanas de situaciones emocionales bien fuertes en los niños.
Lo que me recordó que son un reflejo de mí, de nosotros, los
adultos en sus vidas.
Los niños gritan lo que los adultos no hemos podido integrar, así que nos ha tocado ir hacia adentro, e integrar lo que nos gritan; discusiones y discrepancias incluidas.
Esas situaciones familiares, nuestro trabajo interno, y la pérdida reciente de una amiga, me han hecho atesorar más este momento, y quería compartirlo contigo en nuestra Pausa semanal.
La vida no es perfecta, no es 24 horas de paz, a veces quienes amamos nos hieren, y nosotros a ellos, a veces sabiéndolo, a
veces no; a veces la gente se va temprano en la vida, y otras veces usan sus largos años para reprocharse lo que no hicieron, sin darse cuenta de que tienen tiempo mientras tengan aliento.
Este no es el correo que tenía para ti hoy, pero sé, en lo más profundo, que es lo que necesitabas leer hoy, algo real, algo vulnerable, en medio
de los posts de domingos perfectos.
Te doy gracias infinitas por sumarte, tomarte una Pausa semanal en comunidad, y por hacer de Pausa tu espacio de paz diaria.
PD: Este martes
10 empezamos el reto 21 días de autohipnosis de septiembre