Cuando sacamos a mis hijastros de la escuela, una parte de mí se activó creando los horarios y todo lo que iba a hacer con ellos, y sin darme cuenta, mi plan de trabajo para el año escolar era básicamente trayendo el sistema de educación que tanto critiqué a mi propia casa.
Una locura, si de eficiencia y bienestar se trata.
Por más que “sabía”
que no era lo que queríamos, y que fue una de las razones por las que los sacamos, caí en lo mismo otra vez.
Y esa palabra es la clave que quiero compartirte hoy. No es lo mismo “saber” algo que aplicar algo a tu
vida.
Muchas veces “sabemos” que una bebida con 35 gramos de azúcar no será la mejor opción para nutrir nuestro cuerpo, pero no logramos aplicar ese conocimiento a nuestra vida diaria. Ahí es que viene
el importante trabajo de transformar nuestras creencias, que va mucho más allá de “saber” algo.
¿Cómo puedes aplicar algo si no entiendes cómo se refleja en tu vida?
Quizás en el caso de escoger la bebida, a nivel inconsciente asocias esa bebida con una buena experiencia de la infancia, y tomarla te da esa sensación de alegría. Es posible trabajar esa creencia, y sustituirla por otra en sesión, por otro instante de alegría que te beneficie
más.
En el caso de la escuela, me di cuenta de que uno de los mejores momentos de mi vida fue la escuela. Era donde sentía que tenía total control de mi vida. Me encantaban los horarios, las tareas claras, hasta los exámenes. No
lo entendía así cuando era niña, pero ahora puedo ver que me traía gozo porque era “igual”, y a esa edad, las rutinas me favorecían, por mi manera de experimentar la vida, al estar dentro del espectro autista (tenía esa teoría hace mucho tiempo, y hace dos semanas decidí hacerme el examen diagnóstico, pero de eso te cuento más en otro momento). A la adulta, le hace sentir bien sentir esa sensación de “control”, y quise repetir esa sensación de
bienestar percibido.
De continuar con ese horario y sistema escolar, no me duraría mucho el “placer” de recordar ese momento en la infancia (es gratificación instantánea asociar la
memoria, no es una experiencia duradera), y a la vez, estaría exponiendo a dos personas que no necesariamente experimentan el orden y los horarios igual que yo (con placer).
Al darme cuenta de esto, apliqué el conocimiento, y cambié por completo
la manera en la que estudiaríamos en casa, adaptando cada programa escolar a las destrezas de cada niño (que no se parece para nada al sistema de ensenanza que ya hoy conocemos como “tradicional”).