Solo recibí esta palabra: juega.
Al principio lo tomé literal, y los ponía a ellos a jugar mientras yo entraba en modo “research intenso” de juegos para aprender, etc…
Me seguía llegando el mismo mensaje: juega.
Eventualmente entendí el mensaje de hacer la pausa a todos nuestros sistemas para simplemente jugar, y después de mucha pelea conmigo misma, llevo casi un mes poniéndolo en
práctica.
Después de 36 años con horarios super establecidos, ya no tengo horario de trabajo. Si no tengo sesión, solo juego.
Todo lo que te guste, se puede convertir en un juego…
…escuchar un libro mientras revives a la arquitecta y le haces una casita de muñecas con parquecito a tu hijastra…
…ver una serie para perderte en una historia nueva y darle un nuevo enfoque a la tuya según las experiencias de los protagonistas…
…acostarte a jugar un juego de mesa virtual para aprender a invertir…
…pasar toda la tarde jugando juegos de mesa complicados pero divertidos con el jevo…
…tomar la clase de bomba y kokobalé de tus
hijastros con el mismo ímpetu que si fuera tuya…
Todo puede convertirse en un juego si así lo decides.
Una parte de mí se preocupaba, porque “debería” estar haciendo tanto… promoción, producción, escribir, etc. Pero en contra de mi naturaleza, le “piché” a eso que insistía que era mi
“deber”.
Me tropecé con un “story” en Instagram en el que alguien mostraba mi tarjeta de presentación y les invitaba a contactarme.