La verdadera transformación está en cómo experimentas lo que sucede.
Hace una semana estaba en la casa, y me gritaron desde el balcón, pero así con tono histérico de película, que pensé que alguien se estaba muriendo y solo yo podía hacer algo al
respecto 😅. Todo ese escándalo para decirme que estaban hartos de las palomas que llegaban a mi balcón.
[Rewind a casi 5 años atrás...]
Yo siempre he tenido muchas plantas (y pajaritos) en el balcón. Después del huracán de 2017, las puertas se dañaron, y clausuraron dos de ellas. Una de las que clausuraron, al ser como un mini balcón, no tiene
acceso desde el balcón grande, y los tiestos quedaron encerrados ahí.
[Y si, finalmente estoy moviendo mi realidad y van a cambiarlas, eso es una buena historia que forma parte de lo que te contaba en este live.]
Al ver ese espacio tan vacío por tanto tiempo, las palomas del barrio no pudieron sino sentir que era un perfecto regalo para ellas, y ahí han estado naciendo desde hace como 4 años, 2 palomitas cada
mes.
Para mí ha sido hermoso, porque nacen, crecen, se van, y vienen las próximas. Es hasta educativo para los niños, nos volvíamos locos retratando y grabando el proceso. Una chulería.
[Una chulería desde nuestra percepción.]
Para mostrarnos el otro lado… porque cuando pides ver, logras ver… de repente hace como un mes comenzaron a llegar más palomas, y en ese momento había como 7 palomas todo el
tiempo ahí.
Claro, a mí me sigue sin molestar, pero volvemos, una chulería desde nuestra percepción.
[Volvemos a hace unas semanas…]
Aparentemente, para la dueña del negocio de abajo, el volumen reciente de palomas le ha traído problemas, porque, aun cuando llevan años ahí, ahora ella notó que los excrementos caían en
la cortina de su entrada. Yo no me había enterado.
Aquí va el segundo “espejo” que me trajeron con esta situación...
Me asomo al balcón como de costumbre, lo hago así cada hora, a mirar y a coger sol, y de repente escucho que me gritan desde abajo. Gritaron tan duro que hasta me di cuenta de que era a mí (yo
estoy acostumbrada a la gente gritando abajo y no les hago caso). Cuando capta mi atención, me empieza a gritar que tengo que hacer algo con las palomas, que la traen loca, que las saque. Y yo me quedé así casi paralizada porque me cogió de sorpresa.
“Alante”, yo no hablaría con nadie desde el balcón; me resulta super extraño eso de estar gritando. Pero le contesté, porque no la voy a dejar sola gritando desesperada. Le dije:
"es que ahora mismo hay dos bebés ahí, yo puedo espantarlas, pero vuelven, no sé qué necesitas que haga, pero me dejas saber si tienes algo en mente".
Y ahí como un rayo, se vio el cambio en "mi realidad".
[Rewind a 11 años atrás cuando me mudé aquí…]
Ese negocio lo corre una pareja que ha tenido violencia doméstica y órdenes de arresto y protección al menos cada 2 años, siempre de ambas partes, y siempre regresando y empezando el ciclo de
nuevo. Uno de ellos en una ocasión hasta apuñaló a alguien porque algo que le dijo le molestó.
Son personas que resuelven sus situaciones utilizando la violencia, y si a ellos les funciona es su asunto, pero yo no tengo por qué participar de
eso.
[Fast forward a esa noche después de los gritos…]
Estaba hablando con Miguelo sobre estas mismas cosas de las que te hablo aquí, sobre las creencias y cómo nos forman, y él me mencionó el sufrimiento del ataque de los demás. Me dijo: "tú
puedes controlar el dolor que sientes porque te caíste, pero no puedes controlar que alguien entre a tu puerta y te meta un puño". A lo que le contesté: "Puedes, a través de tus acciones,
cambiar el desenlace, en casi todas las ocasiones, eso lo hacía con las quejas de los clientes en los restaurantes, y hoy mismo lo hice. El miedo al ataque muchas veces nos paraliza y nos hace tomar malas decisiones".
Volvamos a la señora agitada gritando (que sé que ha llegado a tener momentos de violencia); le dije: “déjame saber qué puedo hacer”, y me dijo, primero gritado en amenaza:
"ponle un búho". Y yo sin entender le pedí que me explicara y me dijo otra vez: "no te preocupes que yo te lo voy a hacer llegar", otra vez en tono de amenaza. Le dije: "bien, me dejas saber y buscamos la manera de resolverlo". De inmediato le cambió el semblante y me dijo: "ok, gracias".
Al rato la escucho gritando otra vez, contándole a todo el que vivía cerca y pasaba por ahí sobre las palomas, el balcón, etc.
Agarré un papel, escribí nuestros números de teléfono, y bajé para llevárselo, para que pudiera decirnos directamente lo que necesitaba. Mientras bajaba la escalera la escuchaba toda agitada, y
estaba justo en el portón de entrada de mi casa. Había un señor que nos conoce que trabaja con ella al lado de ella escuchándola, y me abrió los ojos grandes y me hizo señas para comunicarme: "sube". Yo le sonreí y abrí el portón y le dije a ella: “toma, aquí están nuestros teléfonos, así nos puedes avisar lo que necesitas, ¿cómo hago con el búho lo pongo de decoración y ya? ¿o necesito hacer algo
más?”
Ella me sonrió, y se empezó a descargar, pero como si me conociera, más tranquila, solo sacando la tensión de que llevaba unas semanas limpiando el techo de la entrada más de 2 veces al día, que
un cliente se quejó, todo lo que había pasado, pero en un tono mucho más calmado, solo hablando de tú a tú.
Jamás me volvió a mencionar el tema, y la manada de palomas volvió a reducirse a 2 criando bebés.
Lo que quiero que te lleves de este mensaje, es lo que le dije a Miguelo: “puedes cambiar cómo ves la situación”.
En vez de miedo al ataque de tu hermano terrícola, puedes escuchar su parte, y ver cómo le ayudas.
Parece magia, pero no lo es, es una vibración que emitimos, que transforma todo a nuestro alrededor. Y no me refiero a vibración como un cliché, me refiero a la vibración real, que emana
del movimiento que somos, que es cada uno de nuestros átomos.
Cómo nos sentimos por dentro, cómo nos comportamos, influye en todo a nuestro alrededor, podemos impactar a todos con nuestras acciones, si así lo decidimos.