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Ayer mi hijastro salió de la ducha, me miró bien serio mientras le ayudaba a buscar su ropa y me pregunta: “¿tú soñabas con nosotros?”
Yo me quedé como confundida y le pregunté: ¿cómo así? A lo que automáticamente me respondió: “pues con nosotros” (su hermana y él).
Ahí tuve un flashback a la universidad, algo que una vez cruzó mi mente y le dije: “bueno, yo pensaba que sería bien gufiao tener un nene y una nena, así que en cierta manera sí, los soñaba”.
Él agarró su ropa diciéndome: “pues viste, nos conociste, y ahora tus sueños se hicieron realidad”. A lo que le dije: “pues mira sí”, pensando en lo claro que está a sus 8 años, y la galleta espiritual que me dio con esa respuesta.
Me contestó: “y ahora yo también estoy feliz”, mientras se iba a vestirse, así como si nada, como si no acabara de regalarme la sabiduría que me regaló.
Mirando atrás, recuerdo el día en el que vi a alguien que me pareció atractivo caminando y pensé: hmm, voy a estar con alguien que se luzca así, y tendremos un nene y una nena. No lo volví a pensar, tener una familia no era exactamente mi prioridad, y tener la familia que hoy tengo fue más bien como una agradable sorpresa.
¿Y qué tiene esto que ver contigo? Vengo con ejercicio, como siempre, de nada te sirve tener una historia si no la puedes aplicar.
Mira a tu alrededor, cada objeto, cada circunstancia en la que te encuentras. Aun si hoy en día ya no es lo que deseas, en algún momento, seguramente soñaste con conseguirlo, y el día a día, y el afán de la próxima y la próxima meta, no te permiten verlo.
Detente hoy a hacer dos cosas: agradecer que se cumplió ese “sueño”, y a sonreír ante la certeza de que lo que hoy deseas, lo tendrás, tal como eso que hoy tienes de frente una vez fue un “sueño” que se cumplió.
Me despido por hoy, esperando que todo lo que te comparto te ayude tanto como me ha ayudado a mí y, como siempre te pido, si conoces a alguien a quien esto que comparto le puede ayudar. ¡Mándalo pa'cá!
¡Nos vemos pronto!